La iniciativa popular legislativa surgida en Catalunya para prohibir las corridas de toros ha provocado distintas reacciones a favor y en contra de la propuesta. Los antitaurinos se felicitan de que vaya a haber otro lugar en el que estos espectáculos estén censurados, mientras que los amantes del toreo se indignan por lo que consideran un atentado a sus libertades, sus creencias, sus gustos y su cultura.
Y es que son los toros, como el aborto o el terrorismo, uno de esos temas en los que los debates son acalorados, pues muchas veces se argumenta desde el corazón y no tanto desde la razón y ya se sabe que en habiendo pasiones de por medio, la sangre hierve y las cabezas pensantes se indignan, las caras se enrojecen y las voces se elevan.
Todo empezó como una propuesta de varios ciudadanos y ciudadanas a los que los espectáculos taurinos les parecen una barbaridad. Estas personas se unieron y comenzaron a recoger firmas a favor de su idea y consiguieron recopilar 180.000. Con sus firmas bajo el brazo iniciaron lo que se llama una iniciativa legislativa popular (ILP) que es algo indiscutiblemente democrático, pues parte directamente del pueblo y no de sus representantes. En diciembre, el Parlament catalán dio luz verde a la iniciativa y en marzo ha comenzado el debate. Se prevé que a mediados de este 2010 el Parlament de Catalunya se pronuncie definitivamente sobre si se prohíben o no las corridas en su territorio.
Hasta aquí, hablo de algo que parece afectar única y exclusivamente a Catalunya. Sin embargo, oh! sorpresa!, algunos personajes de la escena pública española comenzaron ya en diciembre a criticar la ILP y a ver en ella visos de antiespañolismo. Es decir, desde diferentes instancias se ha visto en esta acción ciudadana un deseo de diferenciar a Catalunya del resto de España a través de los toros. Y digo yo: ¿acaso Catalunya no es ya algo diferente, como lo son todos y cada uno de los pueblos que componen el Estado? ¿acaso Catalunya necesita prohibir las corridas de toros para reafirmarse como nacionalidad histórica, que es algo que ya le reconoce la Constitución? En absoluto se trata de nada de eso.
El matiz nacionalista que se ha querido ver en la ILP no viene dado por la ciudadanía catalana que inició la acción, integrada por personas con idearios y procedencias muy distintas. Los que quieren ver una actitud de diferenciación para con el resto de España son personas, sobre todo de fuera de Catalunya, que se erigen y se consideran a sí mismos como definidores de "lo español", entendiendo por esto todo aquello que a ellos les gusta y les hace ganar dinero.
Lo más paradójico es que estas voces que ahora se alzan tan indignadas contra esta ILP y señalan con dedo acusador a Catalunya, no dijeron nada cuando Canarias prohibió las corridas en 1991. ¿Qué pasa, que Canarias es una amenaza menor para la desintegración de España, ese miedo que desde hace unos años a esta parte nos quieren meter en el cuerpo? ¿Por qué si Canarias decide prohibir las corridas de toros nadie ve en ello pretensiones de diferenciación del resto del Estado, pero si lo hace Catalunya sí que es por este motivo? Podrían dedicar sus energías a explicar sus contradicciones y menos a llevar a cabo iniciativas de enfrentamiento entre ellos, los autodenominados "españoles" y los otros, los "separatistas".
El caso es que al calor del debate algunos gobiernos autonómicos que, en principio, no tenían vela en este entierro, se han apuntado a echar leña al fuego y han decidido iniciar acciones para proteger las corridas de toros en su territorio, no vaya a ser que las ILP sean contagiosas y empiecen todos los ciudadanos acá y acullá a intentar abolir las corridas.
Entre estos gobiernos autonómicos figura el de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia (CARM), el cual, según informaciones del diario La Verdad del pasado 6 de marzo, ya ha presentado un informe a instituciones consultivas para la declaración de las corridas taurinas como bien de interés cultural (BIC) en la categoría de patrimonio inmaterial.
Hace un par de años yo trabajé en la elaboración del informe para la declaración de BIC de la Dieta Mediterránea, así que me consta que estos quehaceres llevan un tiempo y unos trámites. ¿Cómo es posible que en el caso de las corridas de toros se haya hecho todo de un día para otro? ¿Quién ha hecho el informe? ¿De dónde ha surgido toda esta iniciativa hasta ahora desconocida y que aparece repentinamente como que era algo que ya venía de tiempo atrás? ¡Qué coincidencia, no?, que haya salido a la luz justo cuando la ILP de Catalunya se está debatiendo en el Parlament.
Llámenme mal pensada pero no me creo nada.
De todos modos, el motivo de retomar este blog para expresarme sobre los festejos taurinos no es tanto para cuestionar la moral y las actitudes supuestamente democráticas del gobierno regional como para explicar a quien quiera saber por qué las corridas de toros no pueden ser un BIC del patrimonio inmaterial de la Región de Murcia. Razones que paso a explicar a continuación.

El estatuto de autonomía de la CARM y la Ley 4/2007 de Patrimonio Cultural de la CARM hablan en estos términos del patrimonio inmaterial:
Estatuto de Autonomía. Artículo 8:
"La Comunidad Autónoma prestará especial atención al derecho consuetudinario de la Región, con particular referencia a los tribunales consuetudinarios y tradicionales en materia de aguas, y protegerá y fomentará las peculiaridades culturales, así como el acervo de costumbres y tradiciones populares de la misma, respetando en todo caso las variantes locales y comarcales".
Por su parte, la Ley 4/2007 de 16 de marzo de Patrimonio Cultural de la CARM, en el Artículo 1.3 dice lo siguiente:
"A los efectos de la presente Ley se entiende por bienes inmateriales las instituciones, actividades, prácticas, usos, representaciones, costumbres, conocimientos, técnicas y otras manifestaciones que constituyan formas relevantes de expresión de la cultura de la Región de Murcia".
Es decir, en ambos desarrollos legislativos se enfatiza el carácter de peculiaridad, de singularidad, de identidad regional. En este sentido, las fiestas taurinas que se celebran en la Región no deberían considerarse parte de nuestro patrimonio inmaterial, pues no se diferencian de las que se llevan a cabo en otros lugares de España, no son específicas de nuestro territorio ni de nuestra identidad de murcianos y murcianas.
Valcárcel y su equipo han apelado a la UNESCO y han querido poner las corridas de toros al nivel del flamenco y el tango, el primero en trámites para su declaración como patrimonio inmaterial de la humanidad y el segundo ya declarado como tal.
Pues bien, la UNESCO habla de ciertos requisitos que deben cumplir las expresiones culturales para que puedan considerarse como integrantes del patrimonio inmaterial.
Entre otros requisitos figuran los siguientes:
- Que las manifestaciones culturales sean compartidas por la comunidad y reconocidas por ésta como parte integrante de su patrimonio y como seña de su identidad.
- Que sean recreadas generación tras generación sin interrupción en el tiempo y transmitidas de forma oral, preferentemente.
- Que respeten los derechos humanos.
Veamos qué implicaciones tiene cada uno de estos requisitos para con los festejos taurinos:
- Patrimonio compartido y reconocido por la comunidad: La comunidad, para quién no lo sepa, somos nosotros, la ciudadanía. A Valcárcel y sus colaboradores, como a los políticos, en general, se les suelen subir los votos a la cabeza y enseguida dejan de verse como humildes representantes del pueblo y empiezan a creer que ellos son el pueblo. Pues no, Señor Valcárcel, ud. sólo representa a la CARM en las instituciones y no es la voz de sus ciudadanos sino sólo (y como mucho) de quiénes le eligieron en las urnas y a lo mejor, no de todos y para todo, pues puede que haya votantes habituales del Partido Popular a los que no les gusten las corridas de toros o que, aún gustándoles, entiendan que no son un bien de interés cultural. Para saber si este es un patrimonio compartido y reconocido por la comunidad, podríamos dirigirnos a alguna encuesta, como la recogida en el blog comodarlelavuelta.blogspot.com, según la cual el 68.8% de los españoles está en contra de las corridas de toros. No conozco el dato para la Región de Murcia, pero podría rondar esa cifra perfectamente. En cualquier caso, con encuesta o sin ella, está claro y es evidente que es algo en lo que hay opiniones muy enfrentadas, por tanto nunca podrá verse como un patrimonio común y compartido por la comunidad. Que los antitaurinos de Murcia no sean tan activos como los de otras regiones no quiere decir que aquí no los haya. En este sentido, la UNESCO nunca declararía como patrimonio inmaterial actos en los que las sensibilidades están tan enfrentadas.
- Recreación generación tras generación sin interrupciones: No conozco mucho la historia del toreo pero en cualquier caso es algo bastante moderno, al menos en la forma que se lleva a cabo actualmente. Los grabados de Goya de mitad del siglo XVIII, como el que he incluido un poco más arriba, nos muestran a hombres que saltan y sortean toros, sin llegar a matarlos. En la historia del toreo que aparece en wikipedia dice que esta modalidad se corresponde con el denominado estilo "vasconavarro", que finalmente fue desplazado por el modelo andaluz, en el que sí que había que matar al toro. En cualquier caso, se trata de grandes variaciones sobre un mismo hecho y tergiversaciones del mismo. No es que el patrimonio inmaterial deba ser algo puro o esencialista, que no haya sufrido variaciones. Eso es algo imposible, pues es un patrimonio vivo y sus portadores, las personas, introducen cambios sin más remedios. De hecho, uno de los valores a tener en cuenta para definir una manifestación como parte integrante del patrimonio inmaterial es su capacidad de adaptación a los tiempos. En este sentido, el toreo contaría con otro punto en su contra, pues es anacrónico respecto a los valores imperantes en la sociedad actual, como veremos un poco más abajo.
- Transmisión oral: Este requisito puede aparecer vinculado al toreo pero se desdibuja si ahondamos un poco en la cuestión. Cierto es que quien corre en un encierro por delante de los toros no va a ninguna escuela ni tiene ningún permiso ni nada que lo vincule a ninguna institución. Lo mismo sucede con los espontáneos que se tiran a las plazas y con aquellos que saltan la tapia de un bar con corralito para hacer su número. Es decir, la pulsión torera puede surgir de forma espontánea y el torero que empieza puede hacerlo sin escuela, ni tutor. Pero esto pronto se acaba. Las corridas de toros están muy institucionalizadas y mercantilizadas. Han dejado de ser algo popular para ser algo mercantil, un negocio que mueve mucho dinero y que enriquece a unos pocos. Además, para triunfar en el mundo del toreo hay que tener un apoderado y muchas cosas más. No es algo abierto a la participación de todo el mundo. La transmisión del bien no es oral sino mediatizada a través de los medios de comunicación y de las instituciones vinculadas a ese mundo.
- Respeto a los derechos humanos: Este requisito es fundamental. Una tradición no puede ser protegida o considerada parte del patrimonio de una comunidad por el simple hecho de que se haga desde hace mucho tiempo. La ablación del clítoris también es una tradición de determinadas comunidades africanas y no por ello la vamos a proteger. En España también hay un odio secular al clero y en la Guerra Civil mucha gente aprovechó para poner en práctica aquella tradición de quemar iglesias y martirizar párrocos y no por ello la vamos a recuperar ni la vamos a proteger. Pero ah!, claro!, es que estamos hablando de personas y los toros no son personas sino animales.
La declaración universal de los derechos humanos promulgada por la ONU en 1948 habla del derecho de todo individuo a la vida, la libertad y la seguridad, así como del respeto entre los pueblos. En este sentido, y aunque los toros sean animales y no seres humanos, no se pueden fomentar manifestaciones y actitudes de exhibición gratuita de la violencia y del sometimiento de un ser vivo a la fuerza de otro, en desigualdad de condiciones.
No creo que sea necesario que se promulgue una carta universal de los derechos de los animales para entender que el trato que recibe el toro es inhumano, degradante, violento y doloroso y que, en suma, las corridas de toros son una exhibición del sufrimiento de un ser vivo para divertimento del público.

Por otra parte, podrían añadirse más elementos para negar el carácter de BIC que se le quiere dar al toreo:
- No es algo que esté en peligro de desaparecer si no se protege. Los grados de protección que recoge la Ley 4/2007 tienen la doble función de reconocer el valor de algo y de generar los mecanismos necesarios para evitar que esos bienes se deterioren o desaparezcan. En el caso del patrimonio inmaterial hay múltiples bienes muy amenazados de continuidad por falta de relevo generacional (por ejemplo, algunos oficios) o por estar claramente denostados (como pasa con la lengua murciana). Sin embargo, estos bienes, que sí necesitan protección y ayuda por parte de la administración, no se protegen a pesar de que haya varias iniciativas ciudadanas que llevan años solicitándolo con sobradas argumentaciones y justificaciones.
- Por otra parte, los valores vinculados al toreo y todo lo que le rodea se oponen diametralmente a los valores que supuestamente defiende una sociedad democrática y moderna como la nuestra. En el mundo taurino hay múltiples manifestaciones violentas, de agravio a la naturaleza, valores recalcitrantes en los que el hombre está alejado de la naturaleza y se erige en dominador de la misma, es un espectáculo cruel que puede herir la sensibilidad de muchísima gente. En el ruedo y en la plaza se reproducen muchos esquemas vinculados al machismo y al patriarcado, es un mundo muy masculino, etc. Es decir, está en contra de la educación para la paz y la no violencia, la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, el respeto a la naturaleza y al medio ambiente y tantas otras cosas en las que se supone que se sustenta nuestra democracia. En este sentido, no se pueden dirigir fondos públicos a aupar esta manifestación porque sería contradictorio. Desde el ámbito privado, si las leyes no lo impiden, podrá llevarse a cabo aunque siga siendo una barbaridad. Pero lo que es una aberración absoluta es que se fomente con dinero público, con el mismo dinero de los que han elegido vivir en un modelo democrático que sustentan con sus impuestos.
- Por último, si las corridas de toros llegan a obtener la categoría de BIC se hará un gran daño al concepto de patrimonio inmaterial y a su definición. Este es un término relativamente reciente en torno al cual caben muchas dudas. En un artículo que escribí sobre la declaración del BIC de la dieta mediterránea para las Memorias de Patrimonio 2006-2008, ya exhortaba a repensar el término y a establecer una serie de criterios de patrimonialización que, aunque no fueran rígidos, sí fueran, al menos, orientativos. Como ya he dicho más arriba, una tradición no puede ser patrimonio inmaterial sólo porque se hace desde hace unos años. Igualmente, no podemos decir que es parte del patrimonio de la CARM cualquier cosa que a la gente le guste o atraiga mucho público. Tergiversar el término sólo tendrá consecuencias negativas sobre el propio patrimonio y hará que aquello que de verdad está falto de ayudas públicas y de apoyos sea visto por la mayoría como algo pernicioso.
Pongamos por ejemplo un oficio: El oficio de mulero era muy necesario antes del uso del tractor en la roturación de la tierra y en la recogida del grano, así como para el transporte antes de la generalización del uso de los vehículos a motor, pero ahora está relegado a ciertas actividades puntuales, como por ejemplo, la limpia de bosques en zonas no mecanizables. Si bien su uso es ya muy minoritario, también es cierto que es insustituible, de ahí la necesidad de que no se pierda el oficio y el conocimiento a él vinculado. Pues bien, imaginemos que los dos muleros que quedan ahora mismo en la CARM odien los toros, es más, que sean antitaurinos. Si se les dice que se les va a proteger del mismo modo que al toreo, ¿qué pensarán? ¿qué es algo bueno o algo indigno? Pues igual con muchas cosas. Yo, como antropóloga, como murciana y como persona comprometida con el respeto al patrimonio cultural y a la naturaleza, no puedo permitir que se ejecute una sandez como esta que promueve el gobierno autonómico en el momento actual.

Quienes quieran ver en el toreo un arte o una manifestación de la cultura popular, deberían replantearse muchas cosas, desde su moral hasta sus actitudes como ciudadanos.
De pequeña asistí a varias corridas de toros porque tenía una amiga cuyo padre regentaba un bar y por ello le regalaban entradas para la feria de septiembre.
Recuerdo aquellas tardes de toros como algo soberanamente aburrido. La única cosa que me motivaba a mirar era ver si en algún momento el torero era alcanzado por el toro. La única sangre morbosa para mi era la de mi semejante, no la del animal, que se desangraba lentamente desde el momento mismo en que salía a la plaza. Me pregunto hasta qué punto no es esa misma morbosidad (la de ver morir al torero en el ruedo) la que moviliza a tantos y tantos aficionados a este espectáculo bochornoso. Recuerdo también el miedo a que se escapara el toro de la plaza y viniera a por nosotros en un acto de venganza. Y una sensación de asco y repulsa hacia el martirio del animal así como hacia la gente que se emborrachaba en las gradas o se miraban unos a otros por encima del hombro.
Definitivamente, no es un espectáculo para niños y desde luego no es un bien de interés cultural ni de ningún tipo.
No. No lo es.